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Monday, November 10, 2014

El Maratón de NYC, parte II

La línea de arranque queda justo en donde comienza el puente Verrazano-Narrows. El maratón empieza en una subida, y en mi caso (color azul) nos tocó transitar por el carril superior derecho. El día estaba nublado, pero se veía del lado izquierdo, muy a lo lejos, el One World Trade Center y todo el “downtown” de Manhattan. Se veía lejos y se veía imponente. Esa vista me encantó y me sorprendió. Me encantó oír a los helicópteros de la policía y verlos volar tan cerca de nosotros. Pero lo que estuvo terrible fue el viento. Viento que me empujaba literalmente a la derecha, y viento que no me permitía avanzar. Así estuve subiendo el puente de Verrazano durante 0.8 millas, que es lo que dura la subida. La subida la hice, con todo propósito, bastante lenta, y no apresuré ni cuando tenía a tantos corredores rebasándome. Debido al viento no estaban marcadas ni la milla 1 ni la milla 2, ya que a los letreros, literal, se los podría llevar el viento, poniendo en riesgo a los corredores, así que estimé la distancia con lo que había estudiado del recorrido y con mi aplicación de Nike. 

El viento estaba tan duro que de repente, y sin darme cuenta, en algún momento se me voló mi gorra. La gorra con la que tenía 3 años corriendo. Y me quedé solamente con mi pañoleta para correr, así evité que el sol me quemara la cabeza.

El viento era horrible. Yo solo veía que volaban cosas, suéteres, chamarras, gorras, bandas de cabeza, bolsas de plástico. Muchas y de todos los tamaños y colores imaginables. Volaban y regresaban, como en un tornado, volaban y se iban, como en un vendaval, volaban y se elevaban, como en un huracán. Y yo con mi bandera como capa, que me iba frenando y que a la vez también me servía el viento para que la bandera fuera atrás de mí. Me llené de pánico cuando, casi por terminar el puente, y en plena bajada, dejó de correr el viento, y me paré en la bandera, y el efecto físico casi me tira. estuve a punto de tropezar con mi propia bandera, así que a partir de ese momento tuve más cuidado con ella.

Todavía con bandera, guantes, mangas







Fue impresionante ir bajando el puente y ver a algunas personas que ya estaban echando gritos y mucho relajo, y echándole porras a todos los que pasábamos. El apoyo de la gente era increíble, casi en cuanto ajamos del puente había una banda de guerra de una escuela tocando, y gente con letreros y gritando nuestros nombres. Los niños chiquitos esperando los “high fives”, y yo la verdad pegado a mi lado derecho para darles los high fives y para dejar que el público gritara mi nombre. Se puede decir que todo brooklyn fue una experiencia así de bella, a cada vuelta de la calle, a cada paso que daba había gente apoyando, con banderas de uno u otro país (encantaba que hubiera banderas de México y que la gente se emocionara al ver mi bandera), y los niños y los ancianos y los jóvenes todos apoyando. Grupos de gente de Suecia, de España, de México, de Brasil, de Colombia, de Perú, de Argentina… uff! de todos los países, ahí gritando y apoyando, asegurando que su grito llegara lejos. Yo estaba súper emocionado con tanta gente gritando y diciendo tantas cosas. Así las millas 2 a la 8 en Brooklyn se fueron volando. Yo había pensado en deshacerme de la bandera de México en la milla 4 o 5, pero al llegar a esas millas decidí mejor esperar a darle la bandera a mi familia. La verdad las mangas de correr y los guantes ya me estorbaban un poco, porque, aunque el viento era terrible, ya había salido el sol y ya mi cuerpo estaba generando suficiente calor como para no sentir las rachas de viento frías (¡El viento, se reporta que bajaba la temperatura a 1 o 2 grados centígrados!).

Así mi tiempo no fue el mejor, de hecho no bajé de los 9 minutos por milla, pero me divertía como enano, viendo a la gente, interactuando con ella y dejándome echar porras y dándoles high fives a todo el mundo. Inclusive en un trecho, una corredora mexicana tomó mi bandera por un extremo y nos fuimos corriendo media milla cada uno con un lado de la bandera.

Escenas corriendo
Corriendo por NYC
Y llegué a la milla 8, ansioso por ver a mi familia, que estaría en la Atlantic Avenue, justo en cuanto la calle daba una vuelta. Me dio mucho gusto verlos, yo me acuerdo de la cara de todos y con la bandera y emocionados gritándome. Mi hijo me tomó unas fotos fabulosas, las mejores que me han tomado en mi vida. 

Yo. Milla 8. Tomada por mi hijo

Saludando a mi familia. Milla 8, tomada por mi hijo

Yo, milla 8, tomada por mi hijo

Yo en la milla 8, tomada por mi hijo



En cuanto los vi me quité la bandera y se las aventé, y me encantó poder verlos y que me vieran. En cuanto me quité la bandera también me quité los guantes y los calcetines que tenía en los brazos. Ya más ligero proseguí mi camino por Broadway. Pasé como por unas calles preciosas donde había unos judíos ortodoxos, de esos de barba y gorritos y ropa negra medio larga y camisas blancas. Y pasé por fruterías, por casas bien bonitas de las tío “brownstone” que le dicen. Y el apoyo de la gente seguía igual. En esas calles el apoyo era precioso y preciso. Subíamos y bajábamos pequeñas cuestas, pero la verdad ni se notaban. Yo iba hidratándome con dos vasos de gatorade cada hora y me tomaba mi gel de glucosa cada 45 minutos. Así seguí por brooklyn hasta un puente en el que pasamos al barrio de Queens. En este barrio se sentía también mucho apoyo, y había bandas de guerra. El clima seguía a gusto y mi paso no empeoraba, pero no mejoraba, seguía en 9:08 minutos por cada milla. Pasé el puente Pulanski y con éste la marca del medio maratón. Yo seguía a mi ritmo lento, pensé que podía empezar a acelerar pero no lo hice. Y en eso entramos al puente de Queensboro, y empezó la subida. La subida dizque muy difícil, pero la verdad yo entreno en subidas peores, así que empecé a ganar terreno. De repente vi a una persona que iba a buen ritmo, solo un poco más rápido que yo y que sabía lo que hacía y me fui atrás de ella. Sentí que podía seguirle el ritmo, y mi ritmo aumentó y seguí sintiéndome muy bien, así que estuve siguiéndola medio puente. 

Lo únco malo de este maratón es que, si uno va solo sin equipo y sin nadie con quién correr, es muy difícil pasar a los más lentos. A veces no hay manera de abrirse paso, más que haciendo zig-zag, lo cual quita mucha energía que uno necesita para después. Esto de que no podía abrirme el paso lo experimenté durante todo el maratón, pero se hizo más notorio cuando apreté el paso siguiendo a personas que traían muy buen paso, y de hecho perdí a la primera persona que vi con paso fuerte, y seguí a otra que apenas me estaba rebasando, y la seguí durante el resto del puente y casi toda la primera avenida, la habré seguido más o menos por una distancia de tres a cuatro millas. Me sirvió mucho acelerar el ritmo siguiendo a alguien, ya que tomé un mejor ritmo entrando al puente de la Avenida Willis, y al Bronx. En el Bronx las calles eran un poco más anchas y la gente con el mismo corazón enorme apoyando a todos los corredores, y con unos letreros preciosos. ¡No hay manera de no enamorarse de la gente en Nueva York! ¡la gente es lindísima y siempre te están apoyando!!! en Bronx apreté el paso y pasé el puente de la Avenida Madison, ya con rumbo a la 5a Avenida. Tomé los geles energéticos y tomé más gatorade, pero en la milla 22, en pleno Harlem, me dio un calambre. Sentí que ahí quedaría, porque empecé a sentir mi pie derecho duro y acalambrado, pero no paré mi ritmo,  por el contrario seguí corriendo, solo que apoyé toda la planta de mi pie derecho en cada paso que daba. Comencé a sentir la subida interminable de la quinta avenida, una subida de una milla, en la que al voltear hacia enfrente solo se ve gente y se ve subida. Es una subida pesadísima, y se hace más pesada por toda la gente que está cansándose y que se para en frente de uno, así que hay que estarles dando vuelta a los que se paran, porque yo iba tratando de seguir con mi ritmo de carrera que ya llevaba. Yo desde que comencé a acelerar en la milla 15 y 16 no paré y de hecho seguí con mi paso más rápido, a excepción de la subida de la quinta avenida, en la que bajé mi ritmo a 9:01. Ya pasando la quinta avenida y entrando a Central Park, comencé a acelerar, ya que me motivó oír a alguien que dijo “this is the homestretch” lo que significa algo de que ya llegamos al último tirón. Y seguí acelerando, pensando que las piernas ya no me iban a responder. Estábamos pasando por Central Park, y de repente salimos del parque y yo creí que llegaba casi a Columbus, pero estaba desorientado, yo creí que iba subiendo Central Park West, pero apenas iba saliendo del parque en Central Park South, casi por el Hotel Plaza, el cual queda casi en la 5a avenida, y todavía hay que caminar 3 cuadras antes de dar vuelta en Central Park West. Se acabó mi lista de reproducción (duraba 3:57), y yo me fijé la tarea de terminar el maratón en menos de 4 horas, así que tenía que darlo todo en ese momento, porque yo creí que si no terminaba en menos de 4 horas no saldría en las páginas del New York Times. Así me fui acelerando y llegué a Columbus Circle, que es donde finalmente volvemos a entrar al parque para la recta final. Me metí al parque y supe que ya casi tenía la carrera en la bolsa, aceleré todo lo que pude, y vi el signo de la milla 26. Adelantito había otro letrero, el que indicaba que faltaban los últimos 200 metros. Seguí acelerando todo lo que pude y lo que me daban las piernas, hasta que de repente vi la meta bien cerca y la crucé. No me lo podía creer, no cabía en mí y se me hacía imposible que yo pudiera haber corrido un maratón, 42.195 km en menos de 4 horas. ¡Pero lo hice!
Llegando a la meta


Con la medalla, en la meta
Al día siguiente claro, compré el New York Times. Quedé en el lugar 13,573 de un total de 50,511. En el 26.8% más rápido del mundo. No está mal para un primer maratón. ¿O será el único? ¿O será el último?
Mi nombre impreso en el NYT









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